Para leer...Delirio y HHhH.
Hay que penetrase de la idea que no siempre se producen obras maestras.
Por eso, lo que uno escribe tiene cabida en alguna parte.
Javier Marín Agudelo
Quien haya tenido en sus manos un libro (¿cuántas personas no lo han tenido?), habrán descubierto que en la lectura se encuentra un enorme placer. Pero también se habrán dado cuenta, creo, de que en la lectura hay alguna cantidad de información y hasta aprendizaje dignos de ser atendidos. ¿Cuáles otros asuntos son de interés en una lectura? Yo anotaría la técnica como factor cautivador que acompaña a la lectura. Así pude comprobarlo en dos libros que he tenido entre mis manos y que, sin ir muy lejos, fueron ganadores de dos premios importantes de Literatura. Estos libros son: "Delirio" de la colombiana Laura Restrepo, obra ganadora del Alfaguara 2004, y "HHhH" del francés Laurent Binet, ganadora del Goncourt 2010. Ambos abordaron de manera novedosa la elaboración de su obra partiendo de una variación en la construcción y escritura de la misma. Laura Restrepo empleó la continuidad del texto y la mezcla de escenas en las que intervienen diferentes personajes para conectar varias realidades en las que están inmersos sus personajes sin entrar directamente a ser protagonista de la obra. Caso que sí sucede en la realización de la obra de Binet, quien se ocupa de describir las vicisitudes y dudas y reclamos personales que le presentó la novela durante su escritura. Presenta, en varias partes, fragmentos claros de sus dudas, inquietudes, cambios y recambios con relación a lo que debía y no debía formar parte de la novela desde el punto de vista personal del autor y la realidad histórica que comprendía los aspectos principales por los que debía pasar el relato. Así, por ejemplo, explica cómo llegó a desestimar la inclusión de varios personajes por considerarlos irrelevantes dentro de la trama, o, de otro lado, con la capacidad de apartarlo de su objetivo principal. Es el caso por ejemplo cuando cuenta que "Había decidido no mencionar el papel de Heydrich en la caída de Tujachevsky. En primer lugar, porque ese papel me parece secundario, incluso ilusorio...". Cuenta también cómo renuncia a fragmentos producto de su investigación que quizá resulten innecesarios para estructurar la obra y situarse dentro del contexto narrativo. De éste último caso refiere: "A veces, cuando estoy documentándome, doy con una historia que opto por no relatar ya sea porque me parece demasiado anecdótica, ya porque carezco de todos los detalles y no llego a reunir todas las piezas del puzle, o ya porque está puesta en tela de juicio.".
En el caso de "Delirio", la cosa cambia por completo al elegir la escritora un relato descriptivo y dialogante en el que están ausentes por completo los guiones, de tal suerte que se hace indispensable estar atento y pendiente en todo momento del desarrollo de la obra para enterarse cuándo entra y cuándo sale un personaje de escena. Su técnica es novedosa para mí en cuanto prescinde de complejos y tradicionales cambios de construcción que comprenden la ejecución constante de espacios, interlineados, puntuaciones y descripciones que, de alguna manera, pueden apartar al lector de la lectura. Al proceder a la redacción de la novela de manera continua, construye la solidez alrededor del proceso de continuidad, lo cual favorece también la percepción que el lector adquiere de los personajes en su hilarante relación entre sí mismos y con el espacio o los espacios en los cuales se desarrolla la trama. La sonoridad adquiere así, una calidad particular que lleva al lector a imaginar cuál sería la complejidad con la que la escritora se encontró al momento de decidirse a estructurar su novela de una manera diferente. Porque al lector en general, quizá no le resulte tan sencilla su lectura, toda vez que la costumbre establecida presenta otro modo de acercarse a la lectura mediante una estructura mayormente convencional.
En cuanto al proceso de elaboración de las novelas en sí, las dos, enseñan la capacidad investigadora del escritor a la hora de fundamentar su trabajo. No escatiman en recursos. Incluso, en el caso de Binet, éste llega a personarse en varios de los lugares en los que se desarrolló la historia de la que habla. Praga, "la ciudad más bella del mundo", es el centro de atención del escritor porque en esta ciudad se desarrolló el principal episodio que da lugar al argumento de la novela. Allí se encuentra no solo en el lugar que adora, sino en la fuente misma del núcleo de la trama, en el corazón de la novela desde donde parte en su investigación hacia otros lugares que no visitó, pero que están presentes en diferentes puntos del relato. Son éstos, Berlín, Londres o París. Laura Restrepo hace otro tanto, pero, en su caso, no necesita trasladarse a otros lugares y no describe en su novela ninguna clase de aventura personal para conseguir la información. El eje espacial de su novela está en Bogotá. Y de su entorno toma tanto el tema como a los personajes y sus vicisitudes. Es más localista en cuanto a la ubicación de la trama. No por tal motivo, su descripción no deja de ser interesante, pues se atreve hasta describir los lugares más sórdidos, las costumbres más parapetadas e increíbles de una ciudad que no duerme y en la que se suceden hechos que solo conocemos a través de los periódicos, la televisión, la radio e Internet. En la vida diaria, muchos colombianos jamás se acercarán a los episodios más escabrosos protagonizados por la mafia de la droga, mas si estarán rodeados del ambiente enrarecido creado por la misma en muchos lugares. A Binet esa realidad de la Segunda Guerra Mundial no lo toca ni lo tocó de ninguna manera, exceptuando los diálogos que tuvo con su padre acerca del tema. Una juventud como la suya solo ha visto en vídeos, películas y leído en libros, los sucesos que narra. Jamás tuvo entre sus manos un fusil que empuñar, ni una pistola que disparar. Solo tuvo la pasión por descubrir y describir con su particular estilo narrativo e investigativo, sucesos que afectaron a millones de personas, particularmente judías, que vieron cómo se derrumbaba su mundo atrapado en medio de las balas, el veneno y los gases de un Estado homicida. Aquél ambiente que se vivió y aquel aire que se respiró, hoy está lejos de la realidad inmediata. Y Binet lo sabe. Y lo supo cuando se decidió a encarar el tema decidiendo abordarlo con el mayor rigor investigativo de que fuera capaz. Por tal motivo su novela tiene o muestra un aire de ensayo característico y de autobiografía difícil de hallar en otros lugares, pues describe con detalles minuciosos que resultan increíbles aspectos muy particulares y en cualesquiera otro caso no tan relevantes de la vida de sus personajes. Llega a contarnos, incluso, las características de carácter, personalidad, físico y oficio de dos de sus tres personajes principales a través de la hoja de vida que dejaron antes de partir hacia la misión que debían llevar a cabo y de la que no saldrían con vida. ¿Interesante? Podría parecer interesante únicamente para un historiador. Pero resulta que también lo es para el lector de novelas por la manera amena como se encuentra con los personajes en sus actuaciones más cotidianas, a diferencia de lo que hubiera significado describir, por ejemplo, como tradicionalmente lo ha hecho la Historia, solo a los personajes más relevantes de la misma, y, por añadidura, magnificándolos. Así son también los personajes que Laura Restrepo emplea para su obra, excepción hecha de Pablo Escobar; ese famoso narcotraficante colombiano de cuya historia todo el mundo se sirvió para sus particulares comentarios. De resto, sus personajes son de a pie, del común de la gente que camina por la carrera 7º o la calle 72; o de los que viven en La Calera o Tunjuelito. La familiaridad con el ambiente y entre los personajes es la nota imperante. Se conocen de punta a punta a través de los diálogos, de la particular manera de hablar propia de uno u otro segmento de la población.
" A los hombres como yo nos gustan papandujas y madurongas, y tú, Miditas, hijo, me saliste con un par de crías desnutridas y desamparadas que estaban buenas para adoptarlas pero no para fornicárselas, así le decía yo, que cuando me conviene puedo ser el hijodeputa más lambeculos del mundo, y al mismo tiempo disimulaba la mala leche para no jorobar tamaño business que teníamos pendiente," Buen trabajo, sin lugar a dudas.
Ricardo de la Tierra.
Madrid, febrero de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario